domingo, 30 de septiembre de 2012

A solas con la muerte

Aquella noche miró hacia el pasado para encontrarse con su otro yo, aquella muchacha asustadiza y tímida que no era capaz de decir una palabra más alta que la otra.
Se miró al espejo intentando analizar sus gestos, buscando qué era aquello que la había hecho cambiar tanto como para convertirse en lo que ahora era. ¿Adónde habían ido a parar aquellos sentimientos de culpabilidad de las primeras veces? ¿Qué había sido de su arrepentimiento, dónde estaban sus comeduras de cabeza, aquel dolor intenso que había sentido su pecho, esa lucha de sus ojos intentando evitar llorar?
Ya no quedaba nada de aquello.
Ella se había convertido en una implacable máquina de muerte.
Ya no había compasión en sus ojos a la hora de matar.
Ya acabó la venganza, porque ahora no se sentía pequeña e indefensa, porque ahora ya tenía el control que había estado ansiando durante toda su vida.
Y, mirándose ante el espejo, sintió ganas de llorar, no por sus actos, si no al ver en lo que se había convertido, ya que había pasado de ser una dulce personilla, sincera, silenciosa, sufriente y simple, a aquello.
¿De qué le había servido? Si realmente era gratificante la venganza o si sólo era una idea que había creado en su mente para convencerse de que llevaba la razón era algo que ya no se sentía capaz de evaluar.
Y ahora estaba a solas. A solas con la muerte. Meditando sobre el sentido de todo lo que había hecho. Pensando en cómo habría sido la vida de aquellas personas si ella no se la hubiera arrebatado. Acordándose de las familias de todas sus víctimas. Era extraño que se hubiera puesto a pensar en ello.
¿Qué estaba fallando en ella? ¿Por qué se creía malvada? ¿Por qué sentía compasión? Toda su vida había consistido en una cruzada de venganza hacia el pasado, hacia los malos tratos que sufrió, que la convirtieron en un ser alienado, inútil, que se dejaba llevar. Y había disfrutado tanto siendo ella quien llevaba las riendas...

Pero ahora el camino llegaba a su fin. Ya no sentía deseos de volver a matar. La cuenta había sido saldada. La venganza había llegado a su término y se dio cuenta de que su falsa personalidad, la de aquella imparable asesina, era tan sólo una mala fachada que ella misma había creado. Y la fachada había cedido ante la realidad.

Ya no había vuelta atrás. No podía permitirse el hecho de volver a ser como antes. No volvería a llorar, ni a quejarse, ni a sufrir por ella ni por nadie. Jamás podría aceptar a su verdadero yo. No sabría como convivir con él.

Sin más escapatoria abrió el bolso, sacó su pistola, se miró al espejo y, apoyando el arma sobre su sien, disparó con una sonrisa en los labios. Había ganado la batalla.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Diferentes puntos de vista

Mírala, ahí está otra vez esa niña tan rara sentada en las escaleras de su casa.
No es rara. Sólo es ciega.
Es rara. Siempre ahí sola. Haciendo que mira algo...
Su madre ha salido. Tirémosle con unas piedras, a ver si es verdad que puede ver algo.
***
¿No ves que ella no puede ver nada? Ni se ha movido del sitio.
A lo mejor es que no han caído demasiado cerca, o tal vez, también esté sorda. Probemos otra vez.
Nada. Ni se mueve. Sigue ahí sentada como si nada. ¡Y mira que la he acertado veces!
La has hecho sangrar. Vámonos antes de que regrese su mamá.
Espera... ¡Eh, niña! ¡Seguro que puedes ver algo! Mira ¿Ves? Tengo aquí una piedra bien gorda. Si no te logras apartar, te atizaré con ella.
***
¡Qué has hecho! ¡Vámonos ya! Sangra mucho.
Si puedo ver algo.
¿Qué has dicho?
Que sí puedo ver. Sólo que son cosas que vosotros no podéis.
Anda, déjala ya.
¿Ah, si? ¿Cómo qué, cegata del carajo?
Cuando vayáis a echar a correr, no crucéis la carretera.
¡Corre! ¡Por allí asoma su madre...!
¡Vámonos!
Hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...
¡Lucía hija! ¿Estás bien, cariño?
Sí mama.
¡Dios mío! ¡Qué horror! ¿Qué puede haber pasado?
Esa furgoneta ha atropellado a dos chicos. ¿Es que no lo has visto, mamá?

domingo, 16 de septiembre de 2012

El manjar

Ella mira mi interior como si yo fuese un hombre de cristal, se saborea al imaginarse masticando mis entrañas y achina los ojos adentrándose en sus pensamientos caníbales con exagerado deseo y devastadora fuerza criminal. Ha escrito versos que resumen lo que hará cuando me abra de una punta a otra, como si nada, dominada por su sed de carne fresca. Cuando la visitan los demonios les cuenta paso por paso su plan sin saber que la oigo pegando la oreja a la puerta de su cuarto. No, no le será para nada fácil acabar conmigo, no soy de los que se rinden sin dar pelea aunque esta fuese desigual; hombre vs. bestia.
Escapé por la ventana y ni siquiera se percato de ello. He corrido como un loco cortando campo hasta llegar a un refugio seguro dominado solo por el aire fresco y algún que otro reflejo de las luces del ocaso. No voy a pasar ni una sola noche más bajo el mismo techo que esa maldita criatura de apariencia gentil y modos refinados. No he oído ni un solo paso siguiendo los míos, ni sus demonios fueron capaces de darse cuenta que este estúpido no va a permitir ser devorado de ninguna forma. Para mi suerte tengo aún un poco de ingenio, éste me permitirá pasar de presa a cazador, voy a tenderle una trampa a la muy bruja, esto es la guerra, si, la guerra; hombre vs. bestia.
La noche ha cubierto todo, por eso regresé a casa despacio y con las garras afiladas. Nadie va a comerme ni un solo pelo mientras tenga fuerzas para defenderme. Esperé a ver como salían los demonios uno por uno de mi hogar. El noveno fue el último, lo sé porque los he contado muchas veces desde mi cama cuando entraban a mi cuarto para amenazarme. Crucé rápidamente la sala y me dirigí a su habitación sin encender ninguna de las luces. Allí estaba, durmiendo de costado como un maldito angelito, esperando pasen un par de horas para acecharme en mi alcoba. Ahora quién es el idiota eh? Salté a la cama y la sacudí para que despertara, lo hizo confundida, creyendo que todo era una pesadilla, sin poder reaccionar ante mis bofetadas. No le di tiempo a nada y acerqué mi boca a su cuello, le enterré mis dientes lo más profundo que pude hasta arrancarle un buen pedazo de carne del pescuezo. Valla si brotó sangre, eso era un río de aguas rojas manchándolo todo. Pero no me detuvo el abundante líquido morado ni tampoco los gritos de muerte que se desprendían de ella. La comí, la comí toda todita. Casi no le quedó cuello, solo un pequeño hilo de carne que apenas unía cabeza y cuerpo. Deliciosa, el mejor de todos los manjares que he probado en mi vida, sublime. La noche terminó con la luna llena en la ventana iluminado mis dientes que se entretenían con un poco de su muslo derecho también. Comí al menos medio muslo y puedo asegurar que llegué al hueso ¡llegué al hueso, llegué al hueso, sí señor, al hueso! Le arranqué tres dedos de las manos y dos dedos de los pies para el camino. Salí corriendo de mi propia casa como quien comete un delito aún sabiendo que había defendido mi vida y, obviamente, nadie podía juzgarme por ello, ni el mismo Dios. No, nadie. Al amanecer tomé el primer tren a mi tierra natal para descansar un poco en casa de mis padres. Pienso quedarme aquí unas semanas y partir luego a mi nueva morada, donde quiera que sea…

Esta nota fue hallada por la policía en la casa de los padres de César Sánchez. Describe el homicidio de la doctora Emilse Guiñeo, quien trataba a Sánchez en la clínica psiquiatrita Bellourd hasta la noche de su fuga. La profesional se convirtió en otra víctima más de los actos de canibalismo realizados por este brutal asesino. Aún se desconoce el paradero de Sánchez quien es intensamente buscado por las autoridades en todo el país.

“Mi nueva morada, donde quiera que sea…”   

viernes, 7 de septiembre de 2012

El último destino

En un atardecer nublado, de cielo color de plomo, Emilio avanzaba a pie por la

Vía del tren. Caminaba sin tener un destino, su única meta era seguir andando, y

Como un autómata avanzaba hacia el horizonte borroso de su vida.

A ambos lados de la vía se extendían solitarios campos recorridos por el silencio.

Con la melena y la barba crecida, era la imagen clásica de los vagabundos de los

Caminos.

El retumbar de un trueno lo hizo salir del estado de automatismo. Después de

Estremecerse como quien acaba de despertar, buscó con la vista algún posible

Refugio que lo guardara de la inminente lluvia.

El paisaje ya se estaba oscureciendo. Alcanzó a ver las ruinas de una casa, a unos

Doscientos metros de la vía. Algunas goteras ya le azotaban la espalda cuando

Llegó a las ruinas. Gran parte de la casa estaba derrumbada, solo una habitación

Conservaba su techo. Tras una rápida inspección decidió instalarse.

Con la tormenta rugiendo afuera y la noche extendiéndose por el campo, Emilio

Intentaba arrancar el marco de una puerta para usarlo como leña. Iluminándose

Con el encendedor, estaba en esa tarea cuando una ráfaga de viento apagó su

Única fuente de luz y la oscuridad se cerró sobre el. Cuando volvió a encender

La llama, su luz iluminó de lleno a un horripilante rostro similar al de una anciana

Pero mucho mas grotesco y repulsivo. Emilio corrió hacia la salida, pero antes de

Llegar al exterior aquella cosa repulsiva lo abrazó por detrás, y recostando su

Cabeza al hombro de Emilio, lanzó una horrible carcajada.

Al final su andar errante lo llevó hasta una casa embrujada, la cual fue su último

Destino.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Vengo a rehabilitarme

Francisca se encuentra internada en la clínica psiquiátrica tratando de rehabilitarse de su fuerte depresión, han pasado dos meses desde ese momento. Una noche escucha un fuerte grito en su habitación, que por lo demás se encontraba alejada de las demás habitaciones. Eran dos hombres con pasamontañas golpeando a Rosa, su amiga y compañera de habitación, Francisca sentía impotencia y lo único que fue capaz de hacer en esos momentos era gritar para que alguna persona del hospital la oyera, les advirtió que se fueran pero no la escucharon. Cuando llego parte del personal, encontraron a los hombres huyendo por la ventana y a Rosa completamente desangrada entre sus brazos, Francisca no tardó mucho tiempo para darse cuenta que esa persona era ella, viéndose reflejada en Rosa y tratando de darle una explicación falsa a su suicidio en esa misma habitación.