miércoles, 11 de julio de 2012

La sonrisa

El libro de cuentos de terror estaba caído sobre sus piernas. Néstor se había dormido en su sillón favorito. Estaba frente a la chimenea, donde algunas brazas todavía palpitaban entre el gris de las cenizas. Un gran reloj de péndulo marcaba la media noche. Fuera llovía mansamente, pero como no había parado en todo el día, el agua corría por las calles desiertas. Esporádicamente algún vehículo cruzaba salpicando las aceras, mas apenas se alejaba, el rumor de la lluvia volvía a ser el único sonido que perturbaba el silencio. Dentro de la casa aquel rumor apenas llegaba, y era el reloj de péndulo con su oscilar lo que combatía el silencio.
Néstor se movió inquieto; estaba teniendo una pesadilla muy fea. Despertó y, todavía alterado por lo espantoso de la pesadilla, giró la cabeza inspeccionando la habitación con la mirada. Sin levantarse del sillón, bajó la vista y, ¡vaya susto que se llevó! Vio la repugnante sonrisa del demonio que lo persiguiera en el sueño. Estaba en sus piernas, dibujado en una página del libro, y antes de dormirse el mismo dibujo no sonreía.

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