martes, 6 de marzo de 2012

La sombra en el Cañaveral

Esta historia me la contó mi abuela de parte de padre, sucedió cuando ella era todavía joven.
Me dijo que vivían en el campo y que en ese tiempo las personas vivían de lo que cosechaban o producían en sus fincas. Su papá tenía cañaverales y que la entrada económica era la producción de dulce de raspadura. Por lo que tenía que pasar buenas jornadas en el campo. Para los que no saben, el dulce de raspadura se saca del jugo de caña, el jugo se cocina en una olla donde lo calientan hasta que llega a una consistencia que le pueden dar forma.
Y un trapiche es un molino tirado por bueyes para aplastar la caña y extraer el jugo, algunos trapiches tienen un segundo piso que se accede por una escalera y que se utiliza para dormir o guardar cosas.
Es un trabajo muy duro.
El trapiche de mi abuelo estaba en medio de sus cañaverales, lejos de casa, como dicen donde el viento da la vuelta, el y sus peones trabajaban ahí una vez cada quince días.
Una noche luego de haber obtenido suficiente jugo empezaron los preparativos para la producción del dulce. Esa noche había luna llena lo que facilitaba trabajar a oscuras.
Todo iba bien, ya casi tenían el dulce listo para pasarlo a los moldes, cuando uno de los peones empezó hablar de la tulivieja, contando historias de que la habían escuchado hace unas noches, cerca de donde estaban. Uno de ellos le dijo que había algo que la molestaba sin igual, el golpe de una cuchara en una olla. Por lo que empezaron a reírse y burlarse. Uno de ellos dijo que averiguarían si era verdad, mi abuelo escuchando les dijo que se dejaran de estupideces que estaban buscando lo que estaba quieto. Pero al parecer había estado tomando y todo les parecía gracia.
Uno de ellos se levanto con una olla y empezó a golpearla con fuerza y a decir insolencias.
Cuando de repente sintieron una brisa que movía las hojas de las cañas, primero de un lado, luego del otro, en segundos la fiesta que tenían se acabó. Se produjo un silencio sepulcral. De pronto se escuchaba el crujir de las hojas en el suelo y eso fue todo, los tres peones salieron corriendo en todas direcciones.
Mi abuelo pensando que era que alguna persona que había estado escuchando la historia, los estaba asustando para robarle el dulce. Por lo que decidió quedarse.
En ese momento subió al segundo nivel del trapiche para buscar su machete cuando observó una sombra que se aproximaba lentamente. Se quedo en silencio acostado bocabajo observando entre las tablas la sombra que se acercaba. Cuando pensó hablar, sintió un pánico horrible y no pudo hablar, escuchó como esta criatura devoraba el trabajo de varios días.
Pero lo peor estaba por comenzar. Mientras escuchaba como también devoraba el carbón y las cenizas intento moverse, pero una de las tablas hizo un crujido que produjo el silencio en su visitante. El miedo se apoderó de él por el error que había cometido.
Pasados unos segundos la sombra empezó a moverse, a su parecer ya se marchaba, pero recordó que no había subido la escalera.
Su peor temor estaba por hacerse realidad, la escalera empezó a moverse, quedo petrificado, sentía que cada vez estaba más cerca. Hasta cuando alcanzó el segundo piso. Las tablas se hundían por el peso. Su respiración era lenta pero su corazón se podía escuchar en ese silencio.
De pronto la criatura se agachó y empezó a olfatearlo por los pies, sentía como iba subiendo, hasta cuando llegó a su cuello, él rezó todo lo que conocía, un olor desagradable putrefacto lo rodeaba. Pero no se movió. La criatura lo olió por última vez cerca de su nuca y se retiró.
No se movió más, hasta la mañana siguiente cuando despertó, bajó y observó que lo que quedaba del dulce estaba todo lleno de baba y tenía un olor agrio.
Las cenizas y el carbón habían desaparecido así como el dulce que tanto les había costado.
Pero le dio las gracias a Dios y pudo contarlo.

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